Nace nuestro héroe, Luis Noval Ferrao, en Oviedo, el 15 de noviembre de 1887, en la calle de Santa Susana, hijo de Ramón y de Perfecta, los cuales se empeñaron en proporcionarle una educación mejor que la que ellos tuvieron y, así, ingresó en la Escuela de Artes e Industrias de Oviedo, formándose como carpintero, profesión que ejerce desde los quince años y con fortuna.
Como joven que era, al pasar los años, ya con veintiuno, decide hacer carrera en el Ejército, impresionado por las gestas que, según decía la propaganda, allí realizaban nuestro soldados, amén de poder hacer una carrera militar y quien sabe si llegar a Sargento en poco tiempo. Más de uno lo había conseguido y no iba a ser el menos.
De modo que en Febrero de 1909 se alista como voluntario en el Regimiento del Príncipe Nº 3, donde tras el periodo de instrución y jura de sus banderas, presta los diferentes servicios de su clase a satisfacción de sus superiores, los cuales lo asciendenen a Cabo, tras lo cual al poco tiempo es destinado junto con su Regimiento a Marruecos, donde destacó en la conquista de Zoco El Had, tan solo una semana antes de su heroico sacrificio, la madrugada del veintiocho de Septiembre.
Fueron sus restos trasladados a su Oviedo natal, donde el 19 de Abril de 1910 se le hicieron unas solemnes exequias en la Catedral, se descubrió una placa de mármol en la fachada de la casa donde nació y sobre su tumba en el cementerio de Oviedo se instaló un monumento.
Aparte de los homenajes de Oviedo, se le dedicaron diferentes monumentos en Madrid y Valencia, así como un gran cuadro en el Museo de Bellas Artes de Málaga, obra de Antonio Muñoz Degrain.
La crónica de su heroicidad la recogieron los periódicos de la época y su heroismo fue recompensado con la concesión de la Cruz de segunda clase de San Fernando, la más alta condecoración militar española
La sorpresa de El Had 
---------------------------------------------------------------------------
Sacrificado por la Patria (Episodio conmovedor)
Málaga. (Viernes, madrugada) Viajeros llegados de Melilla, y que merecen entero crédito, me refieren el siguiente inetresantísimo episodio, ocurrido en el zoco de El Had la noche en que los moros, en grupo numeroso, se acercaron cautelosamente hasta las alambradas, tratando de sorprender a las fuerzas allí acampadas.
Dicen los recien llegados que ese día por la tarde, los moros de Benisicar, que dan prueba de gran astucia, habían logrado hacer prisionero suyo al Cabo del Regimiento del Príncipe Luis Noval. Rápidamente se lo llevaron al punto donde estaba el núcleo fuerte de los moros, desarmándole y apoderándose de todo el correaje y objetos que llevaba en los bolsillos el prisionero, a quien dirigían toda clase de insultos y amenazas.
Una vez allí, quedó bajo la vigilancia de unos cuantos de ellos, mientras los otros, reunidos en conferencia misteriosa parecían discutir acerca del castigo que debían inflingir al Cabo Noval.
Terminado aquella especie de consejo de guerra, en el que, por lo visto, se decidía la suerte del prisionero, el Cabo creyó que se iba a proceder a su sacrificio. Mudo y resignado esperaba el fallo, pero no fue así.
Un moro que chapurreaba el español se acercó a el y le dijo que no había más que un medio de que salvara la vida, si quería conservarla y no sufrir los martirios que estaban dispuestos a darle. "Tu ayudarnos y salvarás vida; nosotros te daremos riquezas"
El cabo se sorprendió ante aquellas palabras que eran un rayo de esperanza en medio de las sombras de su desesperado cautiverio. El moro le explicó su plan. Consistía en que por la noche les acompañara rastreando hasta el campamento español y en que al llegar a las alambradas les franqueara el acceso al campamento gritando cuando el centinela les viera "¡Viva España!...Somos soldados. No tirar."
El Cabo titubeó un instante; pero luego, fingiendo aceptar la proposición, único medio también de buscar la fuga, mostrose resuelto a hacer todo lo que querían sus interlocutores.
En seguida empezó en torno a ellos una agitación extraordinaria. De todas partes surgían moros como fantasmas, que cuchicheaban animadamente y se apercibían a la emboscada en proyecto. El Cabo fue cogido por dos y conducido en dirección al campamento. Detrás formando un rebaño, que se extendía por las laderas y arrastrándose ágil y sigilosamente por todas partes, seguía un enjambre de ellos.
Anduvieron largo trecho repitiéndole al prisionero, por si se le había olvidado, las palabras consignadas: "¡Viva España!. Somos soldados. No tirar." Así llegaron hasta muy cerca del centinela, que, al percibir pasos no lejanos, les dio el alto. El Cabo se detuvo, dudando todavía si decir lo que los moros querían. pero viéndolos avanzar rastreando en número considerable, se irguió valiente y, antes de que pudieran arrojarse sobre el centinela, gritó con toda la fuerza de sus pulmones: "¡Viva España!...Tirar fuerte que vienen moros conmigo. Tirad aunque me mateis!"
Un fuego nutrido se entablo entre el grupo y nuestros soldados, advertidos por las voces de nuestro valiente Cabo. Pronto acudieron más fuerzas, que, mediante un fuego tenaz y horrible, lograron ahuyentar a los traidores moros, como ya han referido los periódicos. Al amanecer, las tropas realizaron una descubierta, sufriendo las bajas ya conocidas, causadas por los moros rabiosos que se habían quedado agazapados en las cercanías de las alambradas del campamento.
Uno de los primeros cadáveres hallados en aquel lugar fue el del Cabo Noval. Ignórase si fue muerto por los propios moros o por los disparos de nuestros soldados.
El General Sotomayor, al conocer esta trágico suceso, se emocionó profundamente, según refirieron los viajeros, y deseando premiar el acto heroico del infortunado Cabo del Príncipe, ha ordenado que se abra juicio contradictorio.
RIVAS
Melilla (Jueves noche) (Recibido con retraso)
Ha causado impresión profunda la trágica y heroica muerte del Cabo Luis Noval, asturiano, que pertenecía al Regimiento del Príncipe.
Su sublime sacrificio ha sido conocido por el relato de un moro de los de Beni Uriaguel que fue hecho prisionero al ser rechazada la última agresión de la harka al campamento del General Brualla, en Zoco El Had, de Binisicar.
Al hacer la descubierta, en que murió el Comandante Álvarez y fue herido el Capitán Fariñas, las fuerzas del Regimiento del Príncipe encontraron dos cadáveres . Uno de ellos era el del Cabo Luis Noval. El otro el de un moro de Benisicar. Junto a ellos llacía moribundo un kabileño de Beni Uriaguel.
Interrogáronle, y dijo que estaba furioso contra el Cabo, por culpa del cual no habían podido sorprender el campamento.
Dicho Cabo hallábase solo en las avanzadas, cuando se le echaron encima tres moros, que le quitaron el fusil y le arrastraron, no obstante su resistencia, a un barranco donde había varios centenares de kabileños. Estos le dijeron que iba a marchar con ellos al campamento.
Cuando le dieron el “quien vive”, debía contestar: “un Cabo del Regimiento del Príncipe que regresa de las avanzadas" Fingió asentir, y dirigiéndose al campamento seguido de numerosos enemigos, que avanzaban sigilosos. Llegado a las alambradas, Noval parose y gritó por tres veces: “¡Viva España! ¡Vienen a sorprendernos! ¡Tirad, aunque me matéis!”.
Una sección salió a escape e hizo fuego sobre los kabileños, que huyeron lanzando gritos de cólera. Y al amanecer fue encontrado el cadáver del heroico Cabo Noval, víctima de su sacrificio.
Tan admirable hecho es objeto de todas las conversaciones.
El Juez Militar, Don José Calvet, que recibió de un comerciante de Madrid cien pesetas para que premiase con ellas algún hecho heroico, ha acordado entregar dicha suma a la familia de Noval.
Se habla de que existe el proyecto de construir por suscripción una lápida que recuerde a perpetuidad el sacrificio del heroico Cabo asturiano.
Texto extraido del periódico La correspondencia de España. 1-10-1909. Página 2
Sobre su vida y homenajes: http://www.vivirasturias.com/asturias/oviedo/noval-ferrao,-luis,-%C2%ABcabo-noval%C2%BB/es
Soldado Español
Málaga - 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario