15/11/19

CAPITÁN PABLO ARREDONDO ACUÑA.

   Esta que aquí pongo, es la biografía de un héroe, biografía que reproduzco gracias a la amabilidad del Señor Don Antonio Villegas González, que administra el sitio LOS HÉROES OLVIDADOS, en Facebook: 


Nació en Baeza, hijo de militar y de madre de alta sociedad andaluza en el año 1890 y cursó sus estudios de bachiller en Artes con la sola idea de ingresar en la Academia de Infantería de Toledo, lo consigue a la primera en 1908.

Entre sus últimos profesores estará Millán-Astray que queda muy impresionado por la personalidad y valía del joven teniente, que recibe su despacho, mirando orgulloso el porticado patio toledano en el año 1911.

Su primer destino será el Batallón de Cazadores de Barbastro, pero no pasará mucho tiempo allí, en mayo de 1912 se incorpora al Batallón de Arapiles nº 9, unidad que al año siguiente es destinada a la plaza de Ceuta.

El batallón de Arapiles quedará de guarnición en la posición denominada “Rincón de Medik”, en la zona de Laucien, cerca de Tetuán.

Once de junio de 1913, el Batallón regresa a la posición tras haber escoltado sin novedad a una columna española, entonces en mitad de la noche el enemigo se abalanza sobre los soldados del “Arapiles”, atacan toda la línea pero con especial saña la retaguardia donde la tercera compañía recibe la ola moruna en toda su fuerza.
La tercera sección, la del teniente Arredondo, retaguardia de la retaguardia es la que recibe el golpe más fuerte.
Pero esto no arredra al oficial español, al contrario, lo enardece, y grita a pleno pulmón:

- ¡Las bayonetas, las bayonetaaaaaaaasssss!- Dice mientras anima a sus hombres con su ejemplo ensartando al primer moro que se le pone delante, y se arroja sobre el sorprendido enemigo.

Las estrellas en la bocamanga atraen el fuego rifeño, y el joven teniente se dobla y cae, los hombres titubean, pero en seguida, Arredondo se pone en pie con gesto de dolor y grita de nuevo.
Los moros espantados huyen como alma que lleva el diablo, aquel oficial tiene “baraka”, y contra la suerte no se puede pelear.

Arredondo llegará a pie,a pesar de llevar un balazo en la ingle, junto a lo que queda de su sección hasta Tetuán. Luego será trasladado muy grave hasta el hospital de Córdoba, donde pasará un mes convaleciente.

En abril de 1914 es destinado al Grupo de Fuerzas Regulares, y recibe la más alta condecoración que concede el Ejército Español, La Laureada, por su valerosa acción en Laucién, donde gracias a su arrojo, se salvó peliaguda situación, demostrando el bravo teniente la sangre que corría por sus venas y el par de huevos que le echaba al asunto de la guerra.

Combatirá con los Regulares en innumerables combates, demostrando siempre su valor y su eficaz mando de los hombres, que le admiraban y querían y le seguían peñas arriba sin importarles ni la muerte ni el dolor. 

Hasta el año 1916, que resentido en la pierna por la vieja herida de Tetuán, que nunca curó bien del todo, pasa a la situación de “Reemplazo por enfermo”.

Para principios de 1917 el ya capitán Arredondo se reincorpora al servicio activo. Apretando los dientes y aguantando el dolor de la pierna recorre distintas unidades y regimientos, hasta que en 1920 su antiguo profesor de La Academia, Millán Astray, le reclama para que mande la Primera Compañía de la Primera Bandera del recién nacido Tercio de Extranjeros.

En octubre de ése mismo año, Arredondo ya está en el campamento de La Legión, organizando su compañía, y también las futuras “Segunda” y “Tercera”, además de ostentar el cargo de Jefe accidental hasta que se incorpore el Comandante Franco.

Los legionarios inician su glorioso camino en la historia de España. Aquellos primeros legías y sus jefes pasaban los días instruyéndose y preparándose para el combate en el Rif. La Primera Compañía de Arredondo, pronto destaca entre las demás, su cojitranco jefe impone tanto respeto como Millán. O más.

El veinticuatro de junio de 1921, la Primera Bandera marcha hacia Zoco el Arbaa y allí encuentran una durísima oposición kabileña, atrincherados en las posiciones de Ait-Salah y Muñoz-Crespo, los rifeños atacan a la bandera legionaria, que se despliega y siguiendo su credo, se lanza a pecho descubierto buscando el encuentro con el enemigo.

El capitán Arredondo, como siempre, va en cabeza, arengando a los hombres, dando ejemplo, sin torcer el gesto, valiente y decidido, sus legionarios le seguirían hasta el mismo infierno.
Y el asalto a la posición es el mismo averno sobre la tierra. 
Arredondo recibe tres balazos, pero desde el suelo sigue gritando:

-¡Adelante, adelante!... ¡No me recojáis… Primero acabad con los moros…

Trasladado de urgencia a Tetuán y a Ceuta, ingresará en una clínica en Madrid para recuperarse de las gravísimas heridas recibidas, sobretodo en las piernas.

De nuevo pasa a la situación de “Reemplazo por Herido”, pues su recuperación se alarga durante todo el año de 1922. Aquí Pablo Arredondo da muestras de su valor personal, espíritu de superación y de sacrificio por unos ideales que él consideraba más importantes que la propia vida, su patria.

El mando quiere pasarlo a la situación de Reserva, incluirlo en las listas del Cuerpo de Inválidos, pero el capitán Arredondo no arroja la toalla, se adapta un aparato ortopédico a la pierna herida, que le causa mil molestias y dolores horribles, pero que le permite andar y combatir. 

Podía haberse quedado en Madrid, paseándose con su Laureada al pecho, recibiendo los mimos de su familia y las muestras de admiración y de orgullo de todo el que viese aquella cruz roja orlada de laureles sobre la gerrera legionaria del bravo capitán. Pero no, él no quería eso. Él quería volver con sus legionarios, que seguían combatiendo entre las resecas y ensangrentadas peñas y riscos del Rif.

En 1924, recuperado, aunque no del todo y chirriando la prótesis de su pierna, se incorpora de nuevo, a la Primera Compañía de la Primera Bandera, a su casa… Franco que ahora manda el Tercio, no ha dudado en restituirlo a su vieja unidad, donde lo reciben con aclamaciones y aplausos.

El 19 de noviembre de 1924 bajo un terrible aguacero y vientos huracanados, de ésos helados del Estrecho, la columna del general Serrano, se retira desde sus posiciones en Xeruta.

Los rifeños atacan entre la lluvia y el viento, atacan bravos y decididos, mueren el general Serrano y varios oficiales, la debacle parece asegurada, pero entonces aparece la figura del capitán Arredondo, que se ha hecho cargo de sus legionarios y desde la retaguardia viene pasando a cuchillo todo lo que se encuentra.

Su ejemplo impulsa a los hombres que se organizan por escalones y se retiran ordenados y no en desbandada, la lucha es terrible bajo la tempestad, empapados los hombres se acuchillan sin piedad sobre el barro ensangrentado.

Arredondo cae herido, de nuevo en las piernas, pero se sigue escuchando su voz sobre los disparos y los gritos.

-¡Adelante, adelante!... ¡Que no se diga que estos moros os acojonan!... ¡Viva La Legión!...

Unos camilleros le recogen ya casi sin sentido, y mientras corren entre las balas y las explosiones de las granadas, el bravo capitán Arredondo, recibe un mortal disparo en la cabeza…

En 1929 España le concedió su segunda Cruz Laureada de San Fernando. Tan solo él y cuatro compatriotas más tienen el título de bilaureados. 

Sus paisanos de Baeza, habían querido rendir tributo a tan heroico hijo y le habían levantado en su honor una estatua de bronce del escultor Jacinto Higueras y que fue inaugurada, con gran fiesta y boato, en enero de 1927.

La estatua del capitán Arredondo en Baeza, no existe hoy. La volaron las milicias marxistas en 1936, nada más comenzar la última guerra civil. Símbolo fascista dirían…

Hoy día, dudo mucho de que a nadie le interese recuperar la memoria histórica de aquella estatua y de aquel compatriota.

Y debería caérsenos la cara de vergüenza por ello…

A. Villegas Glez 6/10/12

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