01/07/19

BRIGADIER JUAN MANUEL DE URBINA Y ZÁRATE. 2ª PARTE.

   En el desempeño de sus funciones le hallamos cuando es recibido por Caballero del Orden de Santiago, recibiendo el hábito de dicha Orden el diecinueve de Julio del año de 1737.Tras estos acontecimientos, se firmó la paz en 1738.

   Pero los conflictos europeos no terminaban, porque como consecuencia de la llamada Guerra de Sucesión austriaca Italia vuelve a verse convertida en campo de batalla, y España, que firma con Francia el Tratado de Fontainebleau o Segundo Pacto de Familia, rubricado el veinticinco de Octubre de 1743 y con el objeto de mantener y reafirmar los intereses hispano - franceses en Italia y evitar la influencia política y militar austriaca, país que había firmado con Saboya el Tratado de Worms el anterior trece de Septiembre,  envía nuevamente tropas a la península italiana y, así, su Regimiento recibe la orden de trasladarse a aquel país a contrarrestar la influencia austriaca. Iban los españoles mandados por el Teniente General Don Juan de Gages, quien había recibido la orden de encontrar al enemigo y obligarle a trabar combate u obligarle al menos a encerrase en sus plazas, para lo cual se puso en marcha el ejército el dos de Febrero de 1743, hostilizando y dificultando la situación del enemigo austriaco.
                
   Impedir la presencia e influencia austriaca en Italia pasaba por un lado por intentar obtener para el infante Don Felipe de Borbón Milán, Mantua, Parma y Plasencia y por otro reafirmar a Don Carlos de Borbón como soberano de Nápoles. Además, Venecia, que por el Tratado de Worms veía amenazada su integridad territorial y sus intereses se inclina del lado borbónico.

   El siguiente día cuatro pasó el ejército español a Solera y el cinco se mandaron tres mil hombres de reconocimiento  a informarse acerca de las fortificaciones con que contaba la plaza de Bomporto y aunque se presentó batalla los austriacos la rehusaron, pasando entonces los nuestros al lugar llamado Camposanto, en la idea de que los imperiales pensasen que las intenciones españolas eran atacar Mantuano y así hacerles salir de Bomporto, quedando en dicho punto unos seiscientos españoles a las órdenes del Brigadier marqués de Bárcena y del Coronel Campó.

   El siguiente día seis se presentó el austriaco en Camposanto, para retirarse el siete y volver el ocho con la caballería y la infantería pensando en atacar a los nuestros, en la idea de que el punto estaba óptimo para atacarlo y desbaratar los planes españoles, pero advertido de ello Don Juan de Gages, ordenó formar su ejército en dos líneas, distribuir la artillería en tres baterías y a la caballería la dispuso en nueve escuadrones en el ala derecha y tres en la izquierda.

   Era ya pasado el mediodía cuando empezó a tronar la artillería a y a llover fuego sobre ambos ejércitos, a la vez que la Infantería imperial comenzó su avance hacia los nuestros, los cuales permanecieron impasibles hasta que el duque de Atrisco, con un par de escuadrones de caballería rompió la fila de caballería enemiga, que estaba formada por nueve escuadrones, lo que no impidió que se pudiera reorganizar para ser de nuevo arrollados por los jinetes españoles, que los pusieron en fuga y sin poder volver a reorganizarse, a la vez que les tomaron ocho estandartes y se les hizo varios prisioneros, entre ellos  a los Tenientes Generales Cicer y Presqberg, el Brigadier Comendado de Cimuani y otros Jefes y Oficiales.

   En estos ataques se distinguió Don Juan Manuel al mando de los hombres de su escuadrón, todos los cuales recibieron fuertes descargas de fusilería austriaca, causando muertos y heridos entre los nuestros, recibiendo en este día Don Juan Manuel de Urbina dos heridas, las cuales no le impidieron continuar mandando su escuadrón y seguir dando muestras de su buen hacer y animando a sus hombres con su ejemplo.

Certificado con sus servicios (anverso) Archivo Nacional Vasco
   La lucha que siguió fue tremendamente encarnizada y a los ataques austriacos se sucedían los españoles, los cuales, gracias a su coraje y buen orden consiguieron tras fortísimas descargas de fuego y contundentes ataques a la bayoneta del Regimiento de la Reina hacer retroceder al enemigo, quedando los españoles dueños del campo, que tras acabar de examinarlo y retirar a los heridos y prisioneros se dio por concluida la función el día nueve. En palabras de Clonard, lo podemos resumir así:

   “…Pero el viejo cuerpo español ejecuta velozmente una maniobra de los mayores resultados; rompe su primera articulación con la línea; fórmase en martillo, y se arroja impetuosamente sobre los imperiales. Estos, que esperaban acometer en vez de ser acometidos, vacilan, titubean, y acaban por huir tumultuosamente, favoreciéndoles la oscuridad de la noche..….Mal parado el conde de Traun, sin empeñar en la batalla sus demás tropas, fue a recogerse con todas en las imponentes trincheras de Bon-Porto.”

Certificado con sus servicios (reverso) Archivo Nacional Vasco
   Parece ser que el número de muertos, heridos y prisioneros sufridos por los españoles fue de mil seiscientos, entre ellos el Coronel de la Reina,  mientras que por parte de los austriacos la cifra se elevó  a más de cuatro mil quinientos.

   Decir también que de los trofeos tomados a los imperiales, el Regimiento de Don Juan Manuel tomó el estandarte del Regimiento austriaco de Faimaster, junto a un par de timbales de los Coraceros Berlichingen, que tomó el Cabo Don Maximilano Antonio Méndez, que resultó herido en esta acción.

   Tras este hecho de armas, pasó el Regimiento de Don Juan Manuel de Urbina a continuar las operaciones militares, manteniéndose alerta, hasta que Don Carlos de Borbón, con los españoles y napolitanos, dispuesto a impedir la invasión enemiga de sus estados, se desplazó a Velletri, estando los imperiales atrincherados en Monte Espino y la Fajola, y aunque los separaba un profundo valle se produjeron algunas escaramuzas sin resultados positivos para los austriacos, de modo que su General, Lobkowitz ordenó atacar por sorpresa a los españoles y,  así, ordenó un primer ataque al amanecer  del once de Agosto de 1744 sobre el Cuartel General español, rebasando a la Caballería y al Regimiento Irlanda, para a continuación lanzar un segundo ataque como una hora después, por la montaña, haciéndose con el control del terreno al superar a nuestros Fusileros de Montaña, pero repuestos Don Carlos de Borbón y el conde de Gages de la sorpresa inicial, ordenaron el envío de nuevas fuerzas a los lugares de mayor peligro, consiguiendo rechazar al enemigo tras más de tres horas de vivísimo fuego y encarnizados  combates, resultando la victoria de los españoles, que se hicieron con el campo, hicieron prisioneros al Mayor General Novati, a ocho Oficiales y a setecientos soldados y les hicieron sobre dos mil muertos.

   Por desgracia, los imperiales hicieron prisionero a nuestro conde de Mariani, a veinte Oficiales y a trescientos sesenta soldados, y resultaron muertos el Coronel del regimiento de Irlanda, Macdonal y otros Oficiales.

   Tras este hecho de armas y habiendo sido ascendido al empleo de Coronel el diez y seis de Enero de 1745, no volvió a participar Don Juan Manuel de Urbina en ningún otro hasta que el  cuatro de Agosto de ese año acampa con su Regimiento y el resto del ejército en San Julián, junto a la localidad piamontesa de Tortona y tras la realización de las trincheras y colocación de la artillería se sucedieron las escaramuzas y encuentros bélicos a partir del catorce de Agosto y que duraron hasta el tres de Septiembre, día en el que el marqués de Ormea, Comandante de la plaza, pidió una conferencia con el Teniente General de Trinchera español, Don Nicolás de Carvajal, proponiéndole mandar una embajada al rey de Cerdeña con el fin de comunicarle el estado de la plaza y que le diera instrucciones sobre si seguir o capitular, pero sabedor de ello Don Carlos de Borbón, se opone a ello, dándole de plazo hasta las seis de la tarde para capitular, si no se reanudaría el fuego. Los sitiados aceptaron y la plaza fue tomada ese mismo día tres de Septiembre.

   Tras estos hechos, las tropas españolas tomaron a Plasencia y su ciudadela los siguientes nueve y doce de Septiembre. Pasaron luego el río Po, participando Don Juan Manuel parte en el sitio de Valencia del Po, para tras apoderarse de varias plazas -Provera, Bobbio, Parma,…- cruzar nuevamente el Po dirigiéndose a Milán y temiendo el general imperial Schulemberg su pérdida, envió un ejército a socorrer aquella plaza, dispersando de esta manera a sus tropas, siendo esto aprovechado por el conde de Gages y por el infante Don Felipe para lanzarse sobre las tropas del rey de Cerdeña, el cual, con pocas tropas, optó por retirarse, encontrándose Schulemberg aislado y obligado a retirarse, quedando así el Milanesado, capital incluida, en manos españolas.

   CONTINÚA.

Soldado Español
Málaga - 2019

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