Nació Tiburcio en la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros, el día quince de agosto de 1846, hijo de Florencio y de Petra.
Desconozco a lo que la familia de Tiburcio se dedicaría, es posible,
dado el secular carácter agropecuario de la localidad, se dedicasen a la
agricultura o al pastoreo, no descartando la cría de las palomas, actividad
también muy antigua en la zona de la que aún quedan viejos palomares de adobe
como testigos de aquella actividad.
Sea como fuere, no vio Tiburcio futuro en su pueblo y quizás por oír a
algún vecino hablar del ejército o por presentarse en su pueblo un banderín de
enganche o una patrulla a recoger a los quintos, se incorporó al ejército en
clase de soldado un trece de septiembre de 1867, contando entonces con veintiún
años de su edad.
Tras su periodo de instrucción, que desconozco donde lo pasó, fue
destinado al batallón de Cazadores de Antequera, dentro del cual ascendió
primero a cabo y luego a cabo primero, aunque no puedo decir en qué fechas
obtuvo esos ascensos.
Si traigo a Tiburcio a estas páginas es porque se hizo acreedor a la
Cruz Laureada de San Fernando, lo cual es de celebrar, sobre todo él y su
familia, no solo por semejante premio, sino porque lo disfrutó estando vivo, lo
cual es de hacer notar, pues muchos de los que la recibían, lo fueron a título
póstumo.
¿Y porqué nuestro Tiburcio se hizo acreedor a la máxima condecoración
militar española? Ahí vamos.
Según las fuentes consultadas, aparece Tiburcio ya con el empleo de cabo
primero pero graduado de sargento segundo, en su batallón de Cazadores de
Antequera, con el cual, hallándose en Cuba durante la llamada Guerra de los Diez
Años, en uno de los encuentros con los independentistas, concretamente en el
habido el dieciséis de mayo de 1872 en el del Callejón del Macuto y campamento
insurrecto de los Montes de los Puercos.
Pero vayamos poco a poco. En la mañana de ese dieciséis de mayo, salió
Tiburcio de la plaza de Bayamo acompañado por veinticuatro soldados y mandados
por un teniente con la tarea encomendada de reconocer el camino que de Bayamo
iba a Zamanillo, en previsión de que no hubiera partidas de insurgentes al
acecho.
En un momento dado, Tiburcio y cuatro soldados que le acompañaban, se desviaron
del camino internándose por un sendero conocido como Callejón del Macuto,
advirtiendo al poco rato la presencia de un grupo de enemigos en número
indeterminado, por lo cual retrocedió y de inmediato dio parte al teniente,
quien dispuso que se avanzara hacia ese punto, pero advertidos los insurgentes,
iniciaron fuego intenso, acabando con la vida del teniente y tres soldados más
e hiriendo al cabo primero Tiburcio y a otros soldados.
Esto, llevó en un primer momento a que entre la tropa cundiera el
desconcierto y un inicio de desorden, máxime cuando vieron que los insurrectos sumaban
diez veces más efectivos que ellos y se estaban lanzando a acometerlos machetes
en mano, rodeándolos, lo que contribuyó aun más al desorden y, probablemente,
al inicio del pánico.
Pero que ocurrió, que Tiburcio, haciendo caso omiso a sus heridas y
surgiendo ese sentido innato de la autoridad y del conocimiento, impartió
rápidamente una serie de órdenes y voces de ánimo a los suyos, los organizó,
ordenó que calaran bayonetas, que se realizaran varias descargas y al observar
una cierta indecisión en los enemigos, dio la orden tajante de cargar lo más
salvajemente posible a la bayoneta.
Esta reacción cogió a los independentistas por sorpresa, pues ni por
asomo podían figurarse que tan exigua tropa fuera a lanzarse con tanta furia
contra ellos, por lo que el miedo cundió entre ellos, logrando arrollarlos,
herirles y matarles a unos pocos y poner al resto en fuga, abandonando a sus
muertos y heridos, armas, equipajes y otros efectos varios.
Esta acción no quedó en el
olvido, sino que llegó a oídos de la superioridad, la que se encargó de poner
en conocimiento del Gobierno tan heroico hecho y el cabo primero Tiburcio tuvo
el honor de verse sometido a un juicio contradictorio para ver si se le
concedía la Laureada de San Fernando. Así
« … de oido el informe emitido por el
expresado Tribunal, el referido Gobierno se ha servido resolver que el hecho
llevado á cabo por el interesado en el sitio denominado Montes de los Puercos el
16 de Mayo de 1872 se halla comprendido en el caso 7.°, artículo 27, tít. 4.°
de la ley de 18 de Mayo de 1872, concediéndole en su consecuencia la cruz de
San Fernando de segunda clase con la pensión vitalicia de 400 pesetas anuales… Madrid
24 de Febrero de 1874.»
Esta cruz venía, además,
acompañada de una pensión vitalicia de cuatrocientas pesetas anuales, las
cuales no siempre llegaron a punto e incluso hubo bastantes veces en que no las
cobró, acumulándose, dándose el caso de aparecer publicada en la prensa este
hecho
«…pues el comandante
de infanteria retirado D. Tiburcio Hernández Bello ha podido llegar á este
empleo, y en cambio aun no ha podido percibir los atrasos de una cruz de San
Fernando que le dieron siendo cabo en Cuba, en 1872, y eso que con tan solo
devolverle el importe del papel sellado invertido en inútiles reclamaciones,
quizás se reintegrara de lo debido.»
En cuanto al resto de
su carrera no he logrado saber más que lo que en la prensa general y especializada
he encontrado, que son sus sucesivos ascensos hasta el empleo de comandante de
infantería con el que se retiró y que son como sigue:
- alférez en 1875,
- teniente en 1876,
- graduado de capitán el primero de agosto de 1877,
- capitán efectivo el diecisiete de septiembre de 1892, graduado
de comandante, con destino en el cuadro permanente de la Zona de Monforte 54,
- comandante efectivo el siete de agosto de 1895, agregado a
la escala activa de la Zona de La Coruña, 31,
Obtuvo el retiro en
Madrid el veintinueve de agosto de 1896.
Estaba casado, aunque
desconozco con quien, solo sé que iba con ella «a tomar las aguas» al balneario
de Gitiriz, en la provincia de Lugo. Y para abril de 1936, aun seguía vivo.
Soldado Español
Málaga - 2024
https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:6N48-5WL7
https://dbe.rah.es/biografias/68577/tiburcio-hernandez-bello
Revista de la Academia
Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cádiz, p. LXX.
Número extraordinario, octubre de 1916.
Gaceta de Madrid,
27-3-1874, p. 1
Anuario Militar de España
1893-1894, ps. 210 y 320; 1896, ps. 184 y 302;
Diario Oficial del Ministerio de
la Guerra, 1-9-1896, p. 965.
Periódico La Correspondencia
de España, 25-2-1914, p. 6.
Periódico El Noroeste,
24-8-1903, p. 2
Memorial de Infantería, 2004, ps. 104 y
105 (del PDF)
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