20/03/19

CORONEL JUAN BAUTISTA DE ANZA BECERRA. 1ª PARTE.

   

   Nació en el Real presidio de Fronteras de los Apaches, más conocido como Fronteras, en Sonora, Nueva España (México) el año de 1734 y fue hijo del Capitán y Comandante del presidio de Fronteras, D. Juan Bautista de Anza y Sasoeta y de Dª. María Rafaela (o María Rosa) Becerra Nieto.  Formaba parte de lo que se conoce como aristocracia presidial de la frontera norte de la Nueva España y tanto su padre como su abuelo habían servido durante muchos años en esta frontera. Según algunas noticias, es posible que hubiera estudiado en el colegio de San Ildefonso de Ciudad de México. 

   Su padre fue un minero, militar y explorador español asentado entre el noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos. Se puede decir que fue precursor en las labores de exploración de su hijo, así como acompañante del sacerdote misionero Fray Eusebio Francisco Kino en algunas expediciones. Fue primero lugarteniente en el presidio de Janos y posteriormente Capitán en el de Fronteras.


Comenzó nuestro Juan Bautista la carrera de las armas como Voluntario el primero de diciembre de 1752,  en la Compañía del Capitán D. Gabriel de Vildósola, pasando posteriormente, el primero de julio de 1755, como Teniente de la Compañía de su pueblo natal. Pasó a Capitán el siete de diciembre de 1759, confiriéndosele el mando de la Compañía del presidio de Tubac, por orden del Virrey Marqués de las Amarillas.

   El veinticuatro de octubre de 1761, una vez promovido al empleo de Capitán ese mismo año, contrajo matrimonio  con Dª. Ana María (o Ana Regina) Pérez Serrano de Arizpe y no tuvieron hijos.

   En su hoja de servicios que existe en el Archivo General de la Nación, Volumen 47, Ramo de Provincias Internas, constan las siguientes notas: “Aplicación: mucha; conducta: buena; Valor: Conocido”.

   Por esta época, entre 1755 y 1760, formó parte de cinco expediciones armadas que dirigió el Gobernador D. Juan Antonio de Mendoza contra de los indios Seris, recibiendo posteriormente, en 1761, la orden de tomar el mando del destacamento del pueblo de San José de Pimas, para hacer frente a la tribu de los Subabupas, que se había sublevado y alzado en armas contra el poder virreinal, permaneciendo los siguientes seis años en la parte media del Estado.

  Como consecuencia de la orden dictada por Carlos III de expulsión de los jesuitas, fue de los individuos comisionados para llevar a efecto dicha orden, desalojándolos a ellos y sus bienes de sus misiones, las que se  en la Provincia de San Francisco Javier (Sahuaripa), a los que condujo hasta el pueblo de Mátape y de allí fueron llevados a Guaymas, ambos en Sonora.

   No obstante esto y habida cuenta de la necesidad de los conocimientos y el trato amistoso que los jesuitas tenían con los indios, al final no fueron expulsados y pudieron continuar su labor.

   De nuevo tuvo que partir de operaciones contra los indios seris el año de 1769, formando parte de la expedición que mandaba el Coronel D. Domingo Elizondo, correspondiéndole dirigir una sección de ochenta soldados pertenecientes a la II División, que mandaba el Capitán D. Diego Peirán.  

   Se conocen algunas de las expediciones llevadas a cabo entre 1766 y 1770, de las que vamos a dar noticia de algunas de las llevadas a cabo:

   1- Parte el veintidós de febrero de 1766 desde el río de los Sobaipuris con partidas de Tubac, Fronteras y Terranate y acompañado de treinta pimas, marchando al día siguiente a la llamada playa de San Cristóbla y sierra Florida, a donde no subió por haber visto humaredas en otra sierra pensando que eran de mescaleros, dirigiéndose a ellos el veinticinco por la tarde, dejando los víveres y los caballos al cuidado de veinte soldados y los pimas, amaneciendo el veintiséis en el lugar donde vio las humaredas, no encontrando nada y dedicándose a registrar otros parajes, descubriendo a los indios enemigos, los cales huyeron dando aviso a otros situados en otras partes de la sierra Florida.

   Anza y sus hombres los persiguieron hasta la sierra Florida, alcanzando dicho enclave el veintiocho, encontrando a más de cien con sus familias, quienes huyeron por el río Gila, dedicándose los españoles a seguir buscando indios enemigos y tras un rato encontró a veinte indios de los denominados gandules a quienes intimó Anza a trabar combate sin aceptarlo los indios, pero tras prepararles una trampa consiguió que bajaran a donde estaban los españoles, quienes les atacaron y les hicieron algunos muertos y heridos.

   Tras esto tomó rumbo a San Simón y al llegar a un elevado cerro pudo acometer a alrededor de sesenta enemigos que se hallaban allí con sus familias y pertenencias, muriendo dos y huyeno el resto, dejando abandonadas armas y cosecha de mescal.

   A esto le siguió otro ataque, donde murió otro gandul, con lo que entre muertos y heridos se elevó a cuarenta, llevando a Tubac a quince indias adultas, quienes informaron que por las sierras hasta San Vicente se concentraba un importante número de apaches, con lo cual resolvió alejarlos de la frontera mandando diariamente partidas de soldados, las que consiguieron meter el miedo en el cuerpo a los indios enemigos, que se diseminaron por las sierras, atacando a las que iban quedando en San Vicente, debiendo cesar en los ataques, pues entre los indios se desató una epidemia que mató a dos y dejó bastante enfermos resto.

   Tras esto se retiró al paraje de los Álamos de San Juan, distante de la frontera como veinte leguas, mandando el día once de marzo a la partida que de allí procedía. El quince envié  a Terranate la que de allí procedía y la restante retornó a Tubac, de donde habían salido, llegando a dicho punto en dieciséis.

   Durante el tiempo que estuvo de expedición, aparecieron los apaches por la misión de San Javier de Bac, de donde se llevaron trescientas reses, pero el Cabo del lugar con unos pocos hombres los persiguió alcanzándolos y recuperando lo robado.

   2- Entre octubre y noviembre de 1769 se halló registrando la zona denominada Cerro Prieto y en el lugar conocido como Cajón de la Nopalera se hallaba con importante número de indios enemigos, intentando que los más posibles desalojaran la zona, pero la cosa no se pudo llevar a efecto por falta de agua y el único efecto positivo fue el de sorprender su caballada, tomándoles alrededor de ciento veintiséis caballos.

   En dicha expedición también se estuvo buscando agua, pero no se encontró, hallando las lagunas completamente secas, costándole una marcha de veinticinco leguas para poder hallarla , hallándose la siguiente a veintisiete leguas, en un lugar llamado Carrizal de Ten, hallando más agua en un pequeño cerro denominado Cosari, no hallando más agua en aquellas inmediaciones, tan solo se halla realizando pozos de a doce varas de profundidad y, además, bastante poca.

   Ante la posibilidad de no encontrar más agua en los lugares de Avispas, el Refugio y otros parajes optó por darse la vuelta, deseando que llegaran pronto las lluvias que surtiesen del líquido elemento los pozos y arroyos con vistas a poder reemprender la campaña contra los indios.

   3- Fecha indeterminada, probablemente verano de 1775 (fragmentos):

   ...Se mataron a cuatro gandules y después otros veintiuno más y se apresaron pimas...No se encontraron ninguno porque solo unas diez familias habitaban aquel país, diseminados de dos en dos y que andaban alarmados desde que D. Bernardo de Urrea anduvo por allí...

   ...Se actuó por pueblos reducidos cercanos a la sierra de Buenavista. Entre el Cajón del Diablo y Loreto se cogió descuidados a los piatos, pero tuvieron tiempo de huir, aunque se les mataron a dos hombres y dos mujeres...

...Entre Pópulo y el Cajón de Nacamery se descubrió un estupendo lugar de descanso y aguada...

...Vildasola, desde Frontera pide al Coronel la restitución de la totalidad de los presidios de Terranate y Tubac por los ataques de los apaches o, en su defecto, cincuenta dragones. A esta petición se unía por los mismos motivos otra de Corbalán, aunque el Coronel no lo acepta...

CONTINÚA

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