Juan de Villalba y Angulo
Nació en la plaza de Orán el veintiuno de enero de 1691. Hijo del brigadier Baltasar de
Villalba Ponce de León y de Juana de Angulo Velasco.
Tras recuperarse las plazas de Orán y
Mazarquivir en 1732, se entablaron conversaciones con los jeques de las cabilas
y aduares, -parcialidades, como se les llamaba por parte de España- del reino
de Beniamer, para firmar unas capitulaciones, por las cuales estas se
convertían en vasallas de España y Juan de Villalba fue de los que en nombre
del general de la plaza, José Vallejo, se halló en dichas conversaciones y
firma de capitulaciones, apareciendo su nombre en el texto de la carta que los
moros firman para enviar al rey Felipe V, la cual comienza así:
Gracias a Dios
Todopoderoso
A ti, el rey de las Españas e Indias guarde
y prospere dios en su mayor grandeza, y exalte sobre todos: saludan jeque
Mosuar, Damaút y Ben-Huadth y toda la junta de sus tercias, nobles y plebeyos y decimos, hemos vuelto a tus
tierras de todo corazón, sin que en nosotros haya lo contrario (dios nos sea
testigo) y todo cuanto hemos comunicado es de todo corazón y siendo nosotros cuñados
del bey pasado Mostafá Ben-Jucef, y los que han tenido mayor grandeza y
caballeros los mas parciales, siendo el todo sobre nosotros dios y tu, que eres
nuestro rey, esperamos de ti nos engrandezcas, exaltes y pongas en la mayor
grandeza, conforme lo hubieron nuestros padres, y abuelos de ti y de tus
antepasados, que eran los que engrandecían tu reino, en tiempos que ya han
pasado.
Luego que llegamos á las cercanías de la
plaza, se le avisó al general y a don Juan de Villalva y salió este con orden
de su general a cumplimentarnos; y experimentados de él, por su buen
tratamiento ser hombre de razón y cabal juicio, con quien comunicamos y
quedamos contentos por ¡a expresión que de parte del general y suya nos hizo.
Y después de haber comunicado lo
conveniente, pedimos suplicase al general se lo comunicase como cabeza y
gobierno de esta plaza y también a Don Juan de Villalva. Ellos, señor, te lo
comunicarán y te suplicamos se lo mandes a tu general de Oran, que cuando nos
convenga salir á nuestros enemigos rebeldes
tu mandado, que salgan yendo nosotros delante y dejando nuestras
familias en rehenes en la plaza y de esta manera con tu tropa sujetaremos todo
rebelde, dejando en sosiego del todo el reino y la ciudad muy feliz, sin que
nadie alce la cabeza que no se le haga humillar a la tierra, siendo Dios
servido. Por lo que hemos venido a tu obediencia, como vasallos y criados y si
llegase el caso de salir tropas, te suplicamos hagas salir a Don Juán, hijo de
Villalva. Y salud en Dios
El
Damús. El Mesuár. Ben-Huadéech.
Tras la firma de los acuerdos, los turcos,
en represalia, organizaron una expedición de castigo contra los moros, con la
intención de robarles los ganados y liquidar a cuantos pudieran. Enterados de
lo que iba a ocurrir, pidieron ayuda los moros a los españoles, quienes
respondieron que mientras no tuvieran la aceptación por parte del rey a los
pactos firmados en marzo, no podrían salir a campo abierto contra los turcos.
Presentados los turcos el catorce de abril
en las llanuras de Orán, capturaron a varias decenas de miles de cabezas de
ganado, no atreviéndose los moros a hacerles frente por ser inferiores en
número, pero ante la respuesta de los españoles, se determinaron a atacar a los
turcos, realizándolo con tanto ímpetu que lograron rechazarlos y recuperar el
ganado.
Pero una vez repuestos los turcos, en número
de dos mil quinientos hombres de infantería y caballería, volvieron al poco al
ataque, solo que esta vez resultó que la respuesta del rey aceptando los pactos
había llegado y de forma inmediata se dispuso que saliesen a hacer frente a los
turcos unos dos mil hombres desplegados en columnas y con cuatro cañones, todo
ello bajo el mando de Juan de Villalba, avanzando hacia el enemigo y creyendo
este que quedaba fuera del alcance de los cañones de la ciudad, acometieron con
la caballería a los españoles, pero recibieron la sorpresa de los cañonazos de
nuestros hombres, frenando la carga turca con bala menuda, haciendo gran
destrozo y poniéndolos en fuga camino de Argel, perseguidos por los moros
amigos de Orán, los llamados Moros de Paz.
"Habiendo sabido los turcos, acérrimos
enemigos de los moros del reino de Beniamer, que esos, por exonerarse del
insoportable yugo de las crecidas contribuciones que por el Rey de Argel se les
impusieron, habían intentado eximirse de él aclamando por rey y dueño suyo a
nuestro católico monarca, a cuyo fin dichos moros imploraron el auxilio de las
tropas del rey, amparándose de las murallas de Orán. Zaheridos los turcos de
esta impensada determinación, juntaron sus tropas v con ánimo de degollar a los
que tomaron amparo de la piedad de su Majestad.
Por lo que en el día 14 de abril próximo
pasado presentándose los turcos en las llanuras de Orán, al siguiente día
apresaron los ganados que apacentaban en aquellas cercanías, en número de más
de 70 mil cabezas, para que incitados los moros de esta acción, lograsen los
turcos acometerlos en campo raso. Y no determinándose los Moros a la defensa
por ser menos en número, acordaron pedir favor al gobernador de Orán, en
conformidad de lo antes capitulado, quien se lo denegó, respondiendo, no tenía
orden para ello de su Majestad. Con esta respuesta, hicieron consejo los moros
(al que concurrieron dos hijos de Bigotillos, el Mesuar & c.) en el que
determinaron atacar a los turcos el mismo día 15, lo que ejecutaron con tanto
ímpetu, que lograron rechazarlos, y recuperar la pérdida de los ganados, con
tan solo seis hombres muertos;, y un hijo del Mesuar peligrosamente herido. De
los turcos fue grande el número, según informaron tres que se pasaron a nuestro
campo.
El día 16 llegó a Orán el correo con la
respuesta de la carta que los moros escribieron a su Majestad, quien admitiéndolos bajo su Real protección,
ordenaba al gobernador que les asistiera con gente, armas y municiones, lo que
ejecutó así. A este tiempo (insistiendo los turcos en su primer dictamen ) volvieron
sobre los moros y no con tanta ligereza que no diesen lugar a salir de la plaza
2000 hombres, que formados en columnas y mandados por Don Juan de Villalva,
quien con orden del gobernador sacó cuatro cañones, fue a encontrar los turcos,
los que reconociendo, que nuestras tropas estaban fuera del tiro de los cañones
de la plaza, alcanzaron furiosamente con su caballería, pero presto rindieron
su orgullo a una carga cerrada de bala menuda que se les dio con los cuatro
cañones que iban en el centro de dicha columna, logrando con esto hacer en
ellos un gran destrozo hasta ponerlos en precipitada fuga, siguiéndoles el
alcance los Moros de Paz, los que se retiraron sin más pérdida que la de uno,
levemente herido.
Por espías nuestras se tiene noticia de haber
retrocedido los turcos la vuelta de Argel,
así por el grave estrago, con que fueron acometidos de los aliados moros
(cuyo número se componía de 2500) como por la espantosa timidez q les asaltó al
ver de nuestras banderas siempre triunfantes) españolas sus invencibles
victoriosas hazañas, asegurándose hoy de Oran en sus habitantes las más
tranquilas posesiones, tanto por el vigoroso formidable valor de su guarnición,
cuanto por lo poco costosa abundante copia de bastimentos"
En febrero de 1734 se halló en la toma de la
plaza italiana de Tortona.
El dos de abril de 1741 asciende a brigadier
de infantería y coronel del regimiento de Navarra, hasta que el tres de abril
de 1743 asciende a mariscal de campo y el doce de abril de 1747 a teniente general,
siendo destinado a Castilla.
El doce de marzo de 1748 es nombrado
gobernador militar de Cádiz corregidor
de la misma el siguiente día catorce de abril, siendo elegido el primero de
octubre de 1755 comandante general del ejército y provincia de Extremadura,
plaza que no llegó a ocupar por haberla permutado el siguiente veintitrés de
diciembre con el comandante de general interino del ejército y costa del océano
de Andalucía, aunque el treinta y uno de enero de 1760 se le concede la
propiedad de dicha comandancia.
Es recibido por caballero de la Orden de
Santiago el año de 1756. El veinte de febrero de 1764 es nombrado gentil hombre
de cámara del rey.
Tras haberse comprobado -y padecido- la
facilidad con la que los británicos se habían apoderado de las plazas de La
Habana y Manila motivado, en parte, por la mala organización y adiestramiento
de las tropa radicada en el virreinato de Nueva España, recibe el mando de una
comisión regia que iba con el encargo de realizar una reforma del sistema defensivo
de las plazas del virreinato, zarpando de Cádiz y arribando al puerto de
Veracruz el primero de noviembre de 1764. Iba con el cargo de comandante
general y de inspector general de las tropas, tanto veteranas como de las
milicias de infantería y de caballería.
También ordena realizar obras de defensa de
determinadas plazas, como, por ejemplo, la obra proyectada en el revellín de
San José del castillo de San Juan de Ulúa o el proyecto de defensa de
Veracruz , su puerto y castillo, para lo cual trabajó en tres proyectos
diferentes. Así mismo, se trabajó en la implantación de nuevos uniformes para
varios regimientos de infantería.
Junto a él viajan cuatro mariscales, seis
coroneles, cinco tenientes coroneles, diez sargentos mayores, tenientes, ayudantes,
cadetes sargentos, cabos, doscientos sesenta y siete soldados y criados, donde
todo el personal militar iba con el encargo de trabajar como instructores
militares y con el objetivo de convertir a las milicias urbanas en un auténtico
ejército, asumiendo el mando de este nuevo ejército en tanto durara dicha
instrucción.
Todo este "ejército" fue sacado de
quince regimientos de infantería, seis de caballería, tres de dragones y de las
guardias de corps y embarcados a bordo de los navíos Dragón, Glorioso y Astuto,
las fragatas Soledad y La Juno y el barco llamado El Dinamarqués.
Tras cumplir con considerable acierto su
comisión (1), regresa a España, pasando a ser
nombrado el primero de junio de 1767 capitán general de las costas y ejército
de Andalucía, permaneciendo en el cargo hasta el año de 1769, que falleció,
siendo enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, del convento de
Santo Domingo, en el Puerto de Santa María, y cuya lápida estaba timbrada con
sus armas heráldica y con una inscripción en la que entre otras cosas se podía
leer:
"...terror
del alemán y moro, aliento vencedor de la Parca..."
Contrajo matrimonio en Ceuta en febrero de
1733, con la ceutí Ana de Mendoza Pacheco y Correa, hija de un oficial de una
de las más antiguas familias españolas de esa plaza norteafricana y con quien
tuvo, al menos, dos hijos, Baltasar y Juan, ambos también militares.
(1) Para quien quiera
abundar sobre su comisión en Nueva España, puede leer un interesante artículo
aparecido en la Revista de Historia Militar Nº. 91, de la página 84 a la 88.
Madrid, 2001.
CONTINÚA
Soldado Español
Málaga - 2021
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